Últimamente, la relación existente entre el ser humano y la naturaleza viene a deteriorarse hasta tal grado, que en este último siglo se ha desconectado totalmente el contacto entre las plantas medicinales y las nuevas generaciones.

La sociedad, en busca de una mayor comodidad, ha hipotecado su antiguo conocimiento en aras de la producción de bienes útiles, y a menudo inútiles, con precios ecológicamente enormes que afectan a toda la Tierra en nombre de la economía, del progreso  y de la globalización.

Propiedades de las cosas

Hoy en día los alimentos que disponemos parece que necesiten una obligada transformación, como si no fuese sano consumirlos en forma natural y nos impusieran su manipulación. Se presentan en envases de plástico con aparente higiene, pero con una sospechosa carga toxica de la que nadie quiere hacerse responsable.

Frente a estas exigencias, parecen haber aumentado las enfermedades  que en otra época, únicamente afectaban a las personas de elevada edad, que invaden los hospitales y las farmacias, aquejados, desgraciadamente, por dolencias crónicas, por una nueva oleada de enfermedades autoinmunes de difícil solución, mayores alergias a cada vez más productos, cardiopatías, diabetes, y un imparable crecimiento del cáncer que amenaza la población mundial desarrollada con valores y datos que podrían denominarse ya como una pandemia.

Y para cada una de estas dolencias específicas, aparece también cada uno de sus específicos fármacos, a menudo con resultados poco satisfactorios, capaz de cronificar y mantener la enfermedad en el nivel que mayor tasa económica repercuta. Siendo la serpiente la que se muerde su propia cola.

No queda por tanto, otra opción, que orientar nuestra salud  hacia el uso de medicinas alternativas, más naturales, que apenas permanecen en el recuerdo de nuestros abuelos y que fueron vencidas por el progreso.

El conocimiento de nuestros abuelos

Cada cuál, que decida su propio destino. Que se informe y consulte con su médico las opciones y alternativas existentes. Nosotros no queremos sustituir ningún tratamiento médico ni ofrecer una alternativa saludable a los medicamentos. Únicamente queremos preservar el conocimiento sobre plantas medicinales y tratamientos que usaban nuestros ancestros, para que no se pierdan, ni se olviden.

La naturaleza es un poema que yace oculto bajo una forma secreta y maravillosa.

Juan Eusebio Nieremberg (1595 – 1658)